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domingo, 12 de mayo de 2013

La tragicomedia de la Sucesión de Carlos II

     
                                                 Carlos II, por Juan Carreño de Miranda (1685)

          El reinado de Carlos II fue un epílogo nada glorioso de la Historia de la dinastía de los Habsburgo de España, y un claro ejemplo de que las cosas siempre pueden ir a peor.Y decimos esto porque, si ya durante el reinado de su abuelo, Felipe III, y el de su padre, Felipe IV, la famosa decadencia era algo evidente incluso para sus contemporáneos, no fue hasta la época de Carlos II cuando verdaderamente la monarquía hispánica tocó fondo, hasta el punto de que los protagonistas de los dos reinados anteriores parecen grandes hombres de Estado, en comparación con los personajes que formaron parte de esa especie de tragicomedia que fue la Historia del reinado del Hechizado. Y es que no podemos señalar como único culpable del desastroso final de los Austrias españoles al último de ellos, Carlos II, sino que, en la misma medida, lo fueron las personas que tuvo a su alrededor, desde su ambiciosa madre, Mariana de Austria, una mujer que nunca tuvo el apoyo del pueblo, hasta los distintos validos que tuvieron el poder en sus manos, incluido su hermanastro, don Juan José de Austria, en el que tantas esperanzas se habían depositado.
          El presente artículo sólo se va a ocupar de los dos últimos años del reinado de Carlos II, y en él se refleja lo angustioso que llegó a ser para este rey el problema de su Sucesión. Por otro lado, y en relación con este asunto, también se tratarán otros, como la lucha entre los países que tenían un pretendiente al trono de España, la importancia que tuvo Luis XIV en la resolución de dichas luchas y, además, el ambiente de la Corte española, que alcanzó en aquellos años sus momentos más grotescos, pues llegó a convertirse en prioritario el asunto de los hechizos del rey, pasando a un primer plano algunos de los elementos de la España más "negra", como la Inquisición, conjuros, pócimas mágicas, exorcismos...y hasta el mismísimo demonio.

martes, 12 de marzo de 2013

La Conspiración de la Pólvora (1605)

                                             

         Normalmente, la ceremonia de apertura anual del Parlamento de Inglaterra tiene lugar a principios de noviembre. Pero, antes de que el monarca -actualmente Isabel II- dé inicio a la sesión inaugural, los sótanos del Palacio de Westminster, sede del Parlamento, son registrados por los Alabarderos de la Casa Real. En concreto, son diez miembros de los Yeomen of the Guard, guardias que protegen a los reyes de Inglaterra en sus actos ceremoniales, los que bajan a las entrañas del Parlamento con linternas, cumpliendo con una tradición que se remonta a principios del siglo XVII.
         Por otro lado, aún en nuestros días, cada año pueden verse en Inglaterra grupos de niños que, también a principios de noviembre, abordan a los turistas y demás viandantes, pidiéndoles "un penique por Guy". El dinero reunido lo emplean en hacer estallar fuegos artificiales y cohetes el día 5 de ese mes, mientras que, al mismo tiempo, queman un muñeco de trapo en una hoguera. Ese pobre muñeco es una representación de Guy Fawkes, quien, en la madrugada del 5 de noviembre de 1605, fue detenido en los sótanos del Parlamento, al ser sorprendido preparando unos explosivos. Su intención era hacer estallar el Parlamento unas horas después, cuando el rey, Jacobo I, estuviera celebrando la ceremonia de su apertura.